Algunas corrientes filosóficas, indican que tenemos escrito nuestro destino. Otras, hacen al hombre libre. Los seguros no practican la filosofía, pero nos protegen en el camino de la vida. Quizá por eso, su historia es tan antigua…
Griegos y romanos suscribían “contratos a la Gruesa”. Era un contrato marítimo para prestar dinero a un naviero que, de esta forma, “aseguraba” el riesgo del viaje.
En la Edad Media empieza el embrión de los seguros de Vida, cuando las asociaciones religiosas recolectaban fondos para ayudar a alguno de sus miembros en caso de fallecimiento.
En el año 1500, Hamburgo inventa el seguro de Daños. Se crean unas Cajas de propietarios para prestar ayuda en caso de incendio.
En Londres, nace el Café-taberna Lloyd ́s como Bolsa de seguros, que se convierte en la primera asociación de aseguradores particulares.
En España, la reina Isabel II (1834-1868) celebraba los nacimientos de sus hijos y otros eventos familiares, entregando dinero que servía para suscribir seguros a los niños desfavorecidos de las Casas de Misericordia de Madrid. Si fallecían, el dinero pasaba a manos de la institución.
Y así… hasta hoy donde se asegura casi todo: tu salud, tu dinero y tu vida.